Caminar más femeninamente, hablar más femeninamente, vestirse más femeninamente, usar maquillaje, arreglarse el cabello, llevar joyas. Esto es lo que necesitaba hacer Ann Hopkins para mejorar sus posibilidades de ser ascendida a socia en Price Waterhouse, la empresa en la que trabajaba[1].
Hopkins tenía una excelente trayectoria y muchos buenos comentarios por parte de algunos de sus compañeros, sin embargo, había algo en ella que molestaba a ciertos socios en la empresa: ser una mujer. Que era una machorra, que necesitaba cursos para mejorar su encanto, que utilizaba lenguaje masculino, todos estos eran factores para decidir si merecía o no ser nombrada socia.
No es raro escuchar que a la gente (con sus muchas excepciones) le moleste que “las mujeres” quieran “ser hombres” o que actúen “como hombres”[2]. Esto es sumamente problemático en dos sentidos (esto no significa que no haya más, pero aquí quiero hacer énfasis en estos dos): primero, que genera un estándar de calificación distinto entre las propias mujeres. Por algún extraña razón, a las mujeres que no se comportan como se supone que deberían hacerlo (femeninamente), se les identifica como lesbianas (no que esto tenga algo de malo). Que una lesbiana se comporte como hombre es “normal”, pero que una mujer heterosexual lo haga es molesto.
Esto es injusto para todas las personas que de alguna forma se identifiquen como mujeres, obviando lo obvio: la forma en que yo me vista, me comporte o hable, no debería tener la más mínima relación con mi orientación sexual. Ya deberíamos tener esto claro.
Por otro lado, a las mujeres que se les exige actuar femeninamente están jodidas por una doble obligación[3]: una mujer que “actúa como un hombre” es incómoda, molesta. Es muy bossy, o en otras palabras es una perra. Pero una mujer que cumple todo el tiempo con los estándares de feminidad encuentra también muchos obstáculos en el acceso a ciertas jerarquías sociales, intelectuales, empresariales, etcétera: que si está casada y con hijos, no rinde igual; que si se arregla mucho, está provocando a sus compañeros y utilizando su encanto para lograr lo que se propone; que si es muy delicada, no aguanta el ambiente de trabajo. Y otro largo etcétera.
Vivimos en una incongruencia eterna. Parafraseando a mi querida María Susana, a las mujeres se les impone, siempre, un doble estándar que resulta imposible: que sea delicada pero que no sea intensa, que cocine y que no hable mucho pero que tampoco pase desapercibida, que sea bonita pero no en exceso porque después quien la “cuida”, que sea inteligente pero no más que yo porque me opaca, que trabaje pero que no me descuide, que se maquille pero que tenga belleza natural, que sea virgen pero que sea experta (conmigo) en la cama.
¿Por qué? ¿Por qué, por una parte, preferimos contratar hombres para hacer cierto tipo de trabajos (viajar, hacer vueltas “complicadas”, dejarlos en la oficina hasta tarde), pero cuando una mujer demuestra (porque, obvio, hay que demostrarlo) que puede hacer ese trabajo, nos molesta? ¿Por qué queremos que las mujeres sean femeninas, pero por otro lado creamos una necesidad de comportarse como hombres para poder escalar en las distintas jerarquías? ¿Por qué esto nos incomoda?
Que una mujer se concentre en su trabajo y no cumpla los estándares de delicadeza femenina no la hace un hombre, la hace una mujer que se concentra en su trabajo. Punto. Esta discusión no es para nada nueva, ya las feministas críticas se habían pronunciado en contra del feminismo liberal social: en la medida en que mantengamos el estándar masculino como ideal de igualdad, se les exige a las mujeres que se representen, al mismo tiempo, como hombres.
Y es aquí donde se vuelve importante el papel del derecho: ¿de qué manera el concepto de igualdad genera un doble estándar de cumplimiento para ciertos sectores? ¿a quiénes se excluye con ese concepto de igualdad? ¿de qué forma, el propio derecho, reconstruye las instituciones y los conceptos que el feminismo (y todas las luchas por la igualdad de sectores históricamente discriminados) está tratando de destruir? ¿qué conceptos jurídicos justifican el statu quo? ¿cómo podemos utilizar el lenguaje institucional (el de los derechos) para controvertirlo?
Más que odiar a algunas mujeres por “querer ser hombres”, o porque nos parece que recrea la idea de que hay que comportarnos como hombres, cuestionémonos de qué manera contribuimos en legitimar esa doble-obligación, pensemos cómo subvertir este sistema. Un sistema que te castiga si te comportas como mujer, pero también lo hace si te comportas como hombre.
Posdata:
[1] Price Waterhouse vs. Hopkins, 490 U.S. 228 (1989).
[2] Una disculpa por el abuso de comillas, sólo quiero hacer énfasis en mi ¿inconformidad? con la(s) generalización(es) mujeres, hombres y, sobre todo, el hecho de ser de un sexo. Si a alguien le interesan estos temas “El género en disputa” y “Cuerpos que importan” de Judith Butler son un must.
[3] Acá hago un analogía al double-bind homofóbico que desarrolla Sedgwick en “Epistemología del Clóset”. Pueden encontrarlo en línea.
(re)escribiendo derecho(s) 
las chicas en España se visten como chicos mucho pantalón y poco objetos femeninas, utilizan palabras en publico hasta que a un chico le da vergüenza prenunciar, chicas sin mínimo maquillaje, chicas que en lugar llevar ropa de mujer llevan camisas como hombres, chicas que hablan como hombres con una voz de hombre … Porque ? Porque la culpa tiene dictadura de franco ? … Porque en España la mujer es mas inferior ? … Porque la ley no es justa ? … En España hablan igualdad pero a la hora de divorciar con hijos esta igualdad se respeta ? lo echan al hombre de casa en un divorcio con hijos menores y la mujer empieza otra relación con otro hombre en escondido y el primer hombre tiene que pagar todos los gastos hasta el preservativo … el coche … la cama … !! quizá es el motivo que cada año asesinan en España mas de 90 mujeres … en un divorcio por igualdad las dos partes son responsables … la igualdad no solamente no es en salario … . Cada vez en España hay menos niños la pensión en España esta en peligro y los políticos no toman medidas … Cada vez viene a España inmigrantes inútiles para aprovechar de los recursos que corresponde a los españoles estos inmigrantes que no son poco están invadiendo a España y en escondido todo vale … hasta venden el genero de parroquias en la calle … no se pero algo muy gordo falla el sistema o los políticos … quizá estas ayudas a los inmigrantes que cuando no hay dinero volverán a sus países orígenes seria mejor invertir al mundo femenino y salvar la vida de mas de 90 mujeres al año … (situación de hoy no es comparable de hace 500 años porque el Christopher colono saqueo a aquellos tierras … porque España nos va de la mano) todo esta relacionado y para salvar a España en mi opinión hay que volver a las raíces y separar los chicos y las chicas entre la edades de 5 a 14 años para que las chicas se comportan mas feminista que tengan mas educación femenina y en lugar invertir fondos en la inmigración salvar a España porque dentro de poco la población de España envejecerá … para mi las chicas Alemanas con – 20º de frió y con el idioma tan fuerte son man atractivas que las chicas españolas … Algo muy gordo Falla